Estamos viviendo uno de los momentos más apasionantes en la industria de la comunicación. La revolución tecnológica está impactando directamente en todos los ámbitos de la sociedad, borrando incluso la frontera entre nuestra vida profesional y personal. La tecnología ya se ha incorporado en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, optimizando nuestra forma de trabajar y, en muchos casos, haciendo más fácil nuestro día a día.
La evolución de tecnologías basadas en Inteligencia Artificial ya nos permiten aprender un nuevo idioma con un profesor virtual que atiende de forma personalizada a más de 2 millones de personas. Estamos viendo como las marcas se integran en nuestra vida, como es el caso de Amazon que ya está instalando cerraduras inteligentes en determinados complejos residenciales para tener acceso a nuestros hogares y satisfacer las demandas cotidianas de sus clientes de la forma más cómoda, rápida y sin necesidad de estar en casa.

Lo que debemos entender es que, por primera vez, la revolución tecnológica implica también un cambio en la estructura social que obliga al consumidor a confiar en las marcas como nunca antes lo había hecho. No se trata de consumir productos, se trata de facilitar tus datos bancarios, de darles la llave de tu casa o de confiar en un coche que muy pronto llevará de forma autónoma a nuestros hijos al colegio. Este cambio de paradigma está provocando que las marcas más hábiles se den cuenta de que este nivel de conexión y de confianza con el consumidor necesita nuevas formas de comunicación, una nueva forma de redefinir su propósito corporativo y de relacionarse con la sociedad. Una nueva comunicación que nos permita influir positivamente en las decisiones de nuestros grupos de interés. Emocionar, persuadir, convencer e influir.
Esto es solo el principio, el futuro lo iremos descubriendo juntos.
La evolución de tecnologías basadas en Inteligencia Artificial ya nos permiten aprender un nuevo idioma con un profesor virtual que atiende de forma personalizada a más de 2 millones de personas. Estamos viendo como las marcas se integran en nuestra vida, como es el caso de Amazon que ya está instalando cerraduras inteligentes en determinados complejos residenciales para tener acceso a nuestros hogares y satisfacer las demandas cotidianas de sus clientes de la forma más cómoda, rápida y sin necesidad de estar en casa.
Lo que debemos entender es que, por primera vez, la revolución tecnológica implica también un cambio en la estructura social que obliga al consumidor a confiar en las marcas como nunca antes lo había hecho. No se trata de consumir productos, se trata de facilitar tus datos bancarios, de darles la llave de tu casa o de confiar en un coche que muy pronto llevará de forma autónoma a nuestros hijos al colegio. Este cambio de paradigma está provocando que las marcas más hábiles se den cuenta de que este nivel de conexión y de confianza con el consumidor necesita nuevas formas de comunicación, una nueva forma de redefinir su propósito corporativo y de relacionarse con la sociedad. Una nueva comunicación que nos permita influir positivamente en las decisiones de nuestros grupos de interés. Emocionar, persuadir, convencer e influir.
Esto es solo el principio, el futuro lo iremos descubriendo juntos.